La otra versión de María y Magdalena
Por Ana Gabriela Vargas Enciso
Hace nueve años llegué al hospital y, al parecer, me faltan muchos más. La gavia en donde me encuentro ha maltratado mi espalda y mi locura parece no mejorar: ¡Por algo llevas aquí tantos años, María! Me grita Magdalena en tono burlón, sin percatarse de que se encuentra desde hace ocho días, al igual que yo, encerrada en la jaula a mi derecha. Desde que sus parientes la trajeron ha estado agresiva, suda, se retuerce y ya no duerme por la noche.